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LA
PRENSA AUSTRAL
Punta Arenas, Chile
Miércoles 10 de Abril de 2002

 

 

Un año aislado para estudiar la soledad

Por
Gabriel Leiva

 

EXPERIENCIA INÉDITA EN CANALES AUSTRALES

 

A sus 55 años, Frank Robert Kull siente que alberga a dos personas distintas. Ello, luego de que terminó con éxito una singular experiencia en los canales australes, que le significó estar en solitario - sin más compañía que un gato - en el marco de un trabajo de carácter científico.

Durante un año estuvo aislado en la zona de Ultima Esperanza, en el marco de sus estudios de doctorado. Decidió abordar los cambios espirituales' y psicológicos que produce la soledad. para ello se traslado a una isla sin nombre (de 200 metros por 300 metros) que se ubica al sur de isla Owen. Esto es en el fiordo Staines, al cual se accede por el paso Blanche, a 10 horas de navegación desde Puerto Natales.

Allí llegó el 5 de febrero del año pasado a bordo de la patrullera Yagan de la Armada y retornó a Puerto Natales el 20 de marzo este año después de haber estado en el lugar con compañía por un mes (para habituarse nuevamente a la presencia humana) con una compañera de estudios.

"Fue difícil, pero impresionante. Este fue el año mas increíble de mi vida. Conocí un mundo espiritual muy profundo. Gran parte de mi trabajo fue meditación para lo cual utilicé técnicas budistas", explica.

Experiencia única

Frank Robert Kull dice que a los 40 años retomó sus estudios universitarios, después de haber trabajado en el Caribe enseñando buceo. Tuvo que dejar esa, labor después de sufrir un accidente automovilístico que le provoco la amputación de una de sus piernas.

Aunque nació en Estados Unidos, Kull se encuentra nacionalizado en Canadá, país en el que estudia en la Universidad de la provincia de Colombia Británica. Es licenciado en biología y psicología medioambientales.

Su tesis para acceder al grado de doctor esta centrada en un estudio interdisciplinario de carácter psicológico, biológico, educativo y religioso. En ese contexto había realizado 2 retiros a distintos puntos del Canadá. Sin embargo al conocer Ultima Esperanza hace 5 años y recorrer sus canales en el trasbordador Puerto Edén, encontró una naturaleza prístina, totalmente aislada y deshabitada.

Respecto a su singular travesía, señala que al lugar de su destino llegó con más de 400 kilos de carga entre comida y otros enseres como un bote zodiac, un kayak inflable y materiales (madera y nylon) para construir su refugio de 6 metros cuadrados.

En un principio trabajó mucho limpiando la playa, levantando su refugio y recolectando leña que dejaba la marea en la ribera del mar. Después de terminar la construcción, aprovechó de leer libros de psicología, filosofía y biología :

"Medité buscando cosas por mi mismo como ideas, emociones, temas escondidos; algunos dolorosos que pude enfrentar", recuerda.

En los últimos 3 meses só1o se dedicó a meditar, incluso a no pensar, tratando de integrarse a la naturaleza. Llegó a abandonar su refugio para dormir en el bosque e incluso en algunos momentos a no comer.

Su alimento consistía en porotos, arroz, avena machacada, fideos, sopas instantáneas y pescados que lograba capturar.

Única compañía: un gato

Durante el año, el científico estuvo acompañado sólo por un gato que llevó desde Puerto Natales, el mismo que hoy lo espera en Canadá.

Aunque pensaba que no había animales en la isla, el felino se dedicó a cazar algunos pequeños ratones. En los alrededores había una rica fauna como nutrias, lobos de mar, delfines y todo tipo de aves.

Durante meses se dedicó a estudiar los mauchos (moluscos) y descubrió que aunque parecían aferrados a un mismo lugar algunos se trasladaban entre 3 y 4 metros en un día.

Aunque en la naturaleza hay competencia por la sobrevivencia su percepción espiritual es que "no hay conflictos, para mi todos somos manifestaciones del mismo espíritu. Aunque en la superficie parece que hay choques, en el fondo somos todos partes de la misma-vida, de la naturaleza".

Durante el año sufrió una fuerte caída que le afecto un hombro lo que le impidió trabajar durante un tiempo.

También se le quebró un diente el cual extrajo con un hilo para no tener que trasladarse a la ciudad y abandonar su proyecto.

Durante su estadía en el lugar sólo se comunicaba una vez al mes vía correo electrónico con la Armada de Chile y la Corporación Nacional Forestal (CONAF) para indicar que se encontraba bien. Para ello contaba con un computador y un teléfono satelital.

Destaca que el proyecto tuvo un bajo costo (cercano a los 20 mil dó1ares) gracias al apoyo de la Armada y CONAF.

Aunque todavía no tiene definido cuándo terminará su tesis, reconoce que al volver a la sociedad se establece una singular reflexión. "Hay una manera de ser en soledad y otra en la sociedad. Entonces a veces siento que soy dos personas distintas. Entonces trabajo en integrar eso y no perder ese espíritu de tranquilidad aquí en la sociedad